Una ampolla es una vesícula que se forma en la parte más externa de la piel con acumulación de líquido en su interior y cuyo tamaño puede variar desde una fracción de milímetro hasta un centímetro o más, dependiendo de la causa. El líquido del cual está formada proviene generalmente de los vasos sanguíneos dañados en la lesión (en este caso por quemadura), los cuales tienen aumentada su permeabilidad, permitiendo la salida del plasma, y a veces hematíes hasta los tejidos adyacentes; al acumularse el líquido, se van separando las capas de la piel, formándose una cavidad. Suelen tener forma circular y alrededor de 0.5-1 cm de diámetro.
Si se rompen, el líquido sale al exterior, se seca la piel y en ocasiones se forman costras amarillas en el lugar en el que se encontraban. Si no se curan adecuadamente, pueden llegar a infectarse.
Se pueden identificar decenas de causas que generan la formación de ampollas en la superficie de la piel. Usar calzado sin calcetines, o usar calzado demasiado apretado puede llevar a la formación de ampollas. Se puede presentar una ampolla en las plantas y en los dedos si se está haciendo trabajo que causa frotamiento.
Las quemaduras (solares, por fuego o por contacto con sustancias o materiales que están a temperaturas muy elevadas), abrasiones por fricción o el contacto con determinadas sustancias químicas pueden causarlas.
Pero también hay numerosas enfermedades (más de 50) de las que la aparición de ampollas forma parte de su sintomatología: Infecciones víricas, como la varicela o el herpes Zoster, Infecciones producidas por hongos, Trastornos autoinmunes, como el pénfigo.
También reacciones alérgicas a determinados medicamentos, Dermatitis de contacto, como la que produce la hiedra venenosa y otras enfermedades dermatológicas: dermatitis atópica, dermatitis herpetiforme, porfiria, impétigo, epidermólisis bullosa, etc.
Se distinguen las ampollas subcorneales (localizadas bajo el estrato córneo), intraepidérmicas (situadas en la epidermis) y subcutáneas (situadas bajo la dermis). Las ampollas figuran entre las eflorescencias primarias.
El “ACEITE DE SEMILLA DE UVA” es rico en antioxidantes y sustancias antiinflamatorias, algo que le da un uso muy bueno para suavizar la piel y utilizar como producto cosmético.
Asimismo, al poseer vitamina E tiene propiedades emolientes que, junto con los ácidos grasos insaturados reduce la inflamación y calma las molestias de la piel.
Es muy rico en ácido linoleico, sustancia que está ligada al omega 6 y el funcionamiento del colesterol en el cuerpo humano. Pero para la piel, aporta regeneración y suaviza el tacto. Utilizar aceite de semilla de uvas para el cuidado de la piel evita la deshidratación cutánea.
También es un poderoso astringente, lo que permite tener la piel tonificada y firme, algo ideal para las pieles grasas.
Además, ayuda a estimular los tejidos encargados de regenerar la piel y acelera el proceso de curación de heridas.
(Fuente: https://www.acidohialuronico.org/aceite-semillas-uvas-pelo-piel/)
NANO FIBROINA PROTEíNA
NANO SERICINA PROTEíNA
GLICINA AMINOáCIDO
ALANINA AMINOáCIDO
PALMITATO DE SODIO
OLEATO DE SODIO
LAURATO DE SODIO
GLICERINA
AGUA
DODECIBENCENOSULFONATO DE SODIO
MEA COCAMIDA
COCOAMIDOPROPIBETAINA
DIóXIDO DE TITANIO
PENTAERITRITIL
TETRA-DI-T-BUTIL
HIDROXIHIDROCINAMATO
PENTETATO DE PENTASODIO
PALMITATO DE SODIO
OLEATO DE SODIO
LAURATO DE SODIO
GLICERINA AGUA
DODECIBENCENOSULFONATO DE SODIO
MEA COCAMIDA
ACEITE ESENCIAL DE ROSA MOSQUETA (Rosa eglanteria L.)
COCOAMIDOPROPIBETAINA
DIÓXIDO DE TITANIO (CI 77891)
PENTAERITRITIL
TETRA-DI-T-BUTIL HIDROXIHIDROCINAMATO
PENTETATO DE PENTASODIO.