La bronquitis aguda es una inflamación de la pared interna de los bronquios. Estos son los conductos por los que el aire llega a los pulmones para alcanzar la parte más profunda del pulmón (zona alveolar), que es donde realmente se establece el intercambio de oxígeno entre el pulmón y la sangre.
Su principal síntoma es la tos, que puede producir o no expectoración acompañada de mayor o menor dificultad respiratoria y presión en el pecho.
Junto a la variedad crónica, la aguda es uno de los principales tipos de bronquitis. Se trata de una enfermedad muy frecuente, pero raramente causa la muerte. En general, no suele durar más de dos semanas, aunque la tos puede prolongarse en el tiempo, después de que la infección haya remitido.
Al igual que otras infecciones agudas de las vías respiratorias, se presenta principalmente durante el invierno y a principios de la primavera, cuando se combinan factores como bajas temperaturas y humedad elevada.
La bronquitis aguda es una enfermedad muy común de las vías respiratorias inferiores, ya que cada año se producen millones de casos. Puede afectar a cualquier grupo de edad, pero bebés, niños pequeños y ancianos son más propensos a padecer esta dolencia.
Los virus respiratorios son los agentes infecciosos responsables de la mayoría de casos de bronquitis aguda (entre el 85% y el 90%). Los más comunes son: Virus del resfriado común: rinovirus y coronavirus; y virus del tracto respiratorio inferior: virus influenza, parainfluenza (más frecuente en niños) y adenovirus.
Estos virus se transmiten por el aire cuando las personas infectadas tosen, además de por el contacto físico, si, por ejemplo, las manos sucias tocan la boca, la nariz o los ojos después de estar en contacto con los flujos respiratorios de una persona enferma.
En los niños, la bronquitis aguda puede estar causada también por las bacterias Mycoplbronquitis aguda pneumoniae y Chlamidia pneumoniae, vinculadas igualmente a la neumonía. La bacteria Bordetella pertussis es otro agente infeccioso que puede causar bronquitis aguda.
Por último, la exposición intensa a algunas sustancias irritantes puede provocar una irritación bronquial (bronquitis no infecciosa): el humo de tabaco, incluido el que otras personas producen al fumar, el polvo, gases químicos y vapores; y la contaminación del aire.
El “AJO NEGRO” (Allium nigrum) favorece el mejoramiento de las vías respiratorias, por lo cual es bueno consumirlo cuando existen problemas de gripe, asma, bronquitis y las diferentes infecciones respiratorias.
Debido a que aumenta la producción de linfocitos o glóbulos rojos en el sistema sanguíneo, da fuerzas al sistema inmune. Lo que permite tener más fuerzas y prescindir de muchas enfermedades infecciosas y bacterianas.
Proviene del ajo común que conocemos. La diferencia es que este es sometido a un proceso conocido como reacción de Maillard, y a una maduración natural. Es un desarrollo en el que influyen la humedad y la temperatura del lugar. Otorgándole el color negro, y obteniendo una textura más blanda.
Además, disminuye el sabor, el cual no es tan fuerte como el del ajo blanco, y no tiene un olor tan intenso. Más allá del olor y color, el ajo de color negro es fundamental en la dieta, gracias a sus componentes antioxidantes y de proteínas.
(Fuente: https://www.ajo-negro.net/)